TÚ Y SÓLO TÚ...

Acababa de salir de casa, estaba a punto de subirme al coche y ¿sabes qué? deseaba que la persona que me esperaba dentro, fueses tú. Pero no, así que entré y pensé en quitarte de mi cabeza, aunque sólo fuera durante un breve período de tiempo, para poder mantener una conversación coherente con esa persona.

Imposible, durante el trayecto apareciste fugazmente en varias ocasiones paseándote por mi cabeza. Es una tontería, lo sé... pero cualquier comentario, cualquier anécdota, cualquier cosa me hace recordarte.

A pesar de todo estaba contenta, había conseguido mantener una conversación fluida sin miedo a haber dicho que sí cuando debería haber dicho que no por no estar prestando atención.

Al fin, aparacamos el coche y fuimos a tomar algo. Una vez dentro... TODO me recordaba a ti. Empezaba a arrepentirme de haber decidido ir a aquel lugar porque ¡ahora sería imposible sacarte de mi cabeza! Mirase donde mirase me parecía verte a ti, vernos a nosotros en cada una de las parejas que me iba encontrando en aquel sitio. Ahora sí que deseaba con todas mis fuerzas que tú estuvieras allí porque aquel lugar sin ti parecía un infierno.

Durante el breve trayecto que nos condujo a los sofás en los que nos sentamos, pensé que debía dejarme de tonterías y centrarme en aquella conversación dejada a medias. Creo que conseguí alejarte de mi mente durante algún tiempo, no puedo decirlo con exactitud... Después de tantas idas y venidas tuyas, creo que ese tiempo pudo haber sido de algunos minutos. Ya ves... cualquier cosa te traía a mi mente.

Y... cuando ya llevaba un largo tiempo hablando, escuchando, dando consejos, viéndote en cada rincón... Miré a esa persona que tenía delante, que me hablaba y me hablaba y yo... yo, me alejé de la conversación y me sentí la persona más afortunada del mundo por tenerte a mi lado. Lo sé, es extraño sentirlo así, de repente, sin venir a cuento, sin sentido. Ocurrió así porque caí en la cuenta de que el infierno que me parecía aquel lugar sin tí, significaba que tú le dabas vida a mi propia vida.

Fue uno de esos momentos en los que recordé que no hay nada ni nadie que te pueda quitar el puesto.

¿Te das cuenta del poder que ejerces sobre mí?

TE QUIERO!